Cuando la duda es el propio mensaje

El ministro de Interior, Jorge Fernández, asegura que el PP ni ha negociado, ni jamás negociará con ETA. Pero Aznar no ha tardado en recordar que «cumplir y hacer cumplir la ley, toda la ley, sin pretextos, sin excusas, sin matizaciones y sin ocurrencias es y continúa siendo nuestra obligación fundamental».

Mariano Rajoy afirma que el plan integral de reinserción de terroristas ni supone nuevos beneficios penitenciarios, ni cambios en la política antiterrorista. Pero Jaime Mayor Oreja se pregunta en los medios -sin que aún haya habido respuesta- cuál es la razón para presentar un nuevo plan, si de veras nada ha cambiado.

Y quizás esa es la gran cuestión que nos debemos plantear. ¿De verás no ha cambiado nada en el PP? ¿No ha cambiado nada en un partido que consiguió cosechar un enorme respaldo y el respeto de las víctimas del terrorismo y que ahora las despide de los salones ministeriales mientras acusan al ministro de Interior de haberlas traicionado? ¿No ha cambiado nada en un PP que ha dejado de acudir en bloque a las manifestaciones de quienes más sacrificio han realizado por la defensa de la Justicia y la Libertad en esa parte de España llamada País Vasco?

Me cuesta mucho creer que en otros PP, otros no tan lejanos, alguien pudiese acusar a las víctimas de «ultras» y seguir en la estructura del partido ni medio segundo. Y me cuesta aún más pensar que en esos otros tiempos, un ministro pudiese llegar a perder los papeles hablando de «venganza» a los familiares de los asesinados y no hubiese sido descalificado inmediata y públicamente por el presidente del Gobierno.

Es triste admitirlo. Pero parece evidente que algo ha cambiado. Y no es la siempre culpada política de comunicación. Algo ha cambiado en el mensaje. En el planteamiento de un partido que llegó a contar en sus filas con estandartes de la defensa de España y su imperio de la Ley en cualquier rincón del país y que hoy los apila en cuartas filas buscando que la gente se olvide de ellos. Algo ha cambiado en un partido en el que muchos de sus votantes siguen buscando en los discursos de líderes pasados el mensaje futuro.

Y eso es precisamente lo más grave. Porque sin un mensaje claro, único y coherente será difícil mantener unida en el sacrificio a una base social totalmente necesaria para contrarrestar las ansias indignadas de mucho perdedor electoral. No es tiempo de palabras confusas. Sino de construir un país desde los valores que nos unen.